Hace mucho tiempo y obligado por largas estadías hospitalarias, entendí que Dios no habita en los templos, aunque sea el templo más hermoso y con los feligreses más fervoroso que existan, ahí él no habita.. En efecto, Dios no habita en templos… sino en corazones, corazones sinceros, sedientos y deseosos de vivir con Él… Pero a veces los lugares si bien no nos definen, ellos pueden influir y destacar alguna belleza espiritual que de otro modo sea más difícil contemplar. Y fue así como una mañana estando en un culto
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