Si raspamos sobre la superficie de la frase bíblica “Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos”, y de sus consecuentes interpretaciones, quizás podríamos ver que sólo un Dios que cambia incesantemente puede permanecer el mismo a través de los tiempos y las personas. ¿Cómo podría ser un Dios de amor para mí, mujer de 2023, igual que lo fue para una mujer de 1900, o de 1745? Es verdad que mis necesidades de trascendencia pueden ser casi las mismas, es verdad también que muy probablemente el paso
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