Posted On septiembre 28, 2012By Harold Segura C.In Opinión
En la casa me preguntan por qué silbo todo el día y en todo lugar. Lo mismo me preguntan algunos amigos y amigas. Silbo aún en lugares donde no es apropiado silbar (en los museos u hospitales, por ejemplo). No sé por qué; simplemente lo hago y lo disfruto desde que era niño. A veces me levanto silbando alguna canción que escuché la noche anterior. Eso me pasa, por ejemplo, con los ritmos pegajosos de la música salsa. Así llegué ayer al aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, de Cali; llegué silbando
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