El discurso religioso lo tiene muy crudo si quiere ser escuchado en el ámbito público, donde se intenta una comunicación aséptica asumible por todos. Por su propia condición, la confesionalidad religiosa tiende a la afirmación de absolutos, ya sean de naturaleza divina (teología) o humana (ética). Y en general, el ámbito público de nuestro tiempo parece empeñado en promover una paz social basada, por lo que respecta a la comunicación, en discursos matizados al extremo, esto es, en discursos de afirmaciones siempre relativas o relativizadas. Por supuesto, no ayuda en nada
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