Cuando era niña, criarse en una confesión religiosa evangélica no necesariamente significaba interiorizar más misoginia que en un entorno secular. Sin embargo, mi iglesia en vez de ir contracorriente como predicaba, y rechazar el pecado del machismo, participaba de él sin cuestionarlo. Y es que bebía de una tradición específicamente ligada al ídolo de la masculinidad, tal y como explica la historiadora evangélica Kristin Kobes du Mez en su último libro “Jesús y John Wayne”. Esta necesaria obra explora cómo se forjó el concepto de masculinidad evangélica estadounidense, que muy
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