¿Y si hubiera que “castrar” al dios masculino y patriarcal que nos ha legado la tradición cristiana y todos sus “padres”? ¿Y si no hubiera otra opción posible que un “éxodo” de esas estructuras opresoras? ¿Y si nos rebeláramos contra la idea de que exista un “segundo” sexo, es decir, que el “primero” siempre les corresponda a los hombres? ¿Y si la opresión a las mujeres en todos los ámbitos estuviera de alguna manera relacionada con las metáforas y nombres con que se nombra a Dios en las religiones monoteístas?
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