Posted On julio 21, 2015By Alexander CabezasIn Ética, Opinión
La educación sexual no puede entenderse únicamente en su función genital biológica y reproductiva; esto sería ignorar la integridad del ser humano en lo que concierne a su área social, emocional, psicológica y espiritual, entre otras. Sin embargo, han sido algunos paradigmas erróneos los que se han encargado de transmitir una perspectiva reduccionista y distorsionada de la sexualidad, algo que ha acrecentado las brechas que existen para una sana concepción. Las consecuencias de estos sesgos son evidentes cuando no se logran puntos de equilibrio ni de acuerdos que permitan construir
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