Tener orgullo suele ser una emoción considerada negativa en nuestro entorno latinoamericano. Ser considerada una persona orgullosa se asocia con la arrogancia y/o petulancia. No es una descripción que busquemos necesariamente. Pero cuando sentimos orgullo, y lo asociamos con algo positivo, ocurre en el contexto de una valoración y una satisfacción personal gracias a un logro propio o ajeno, aunque en la mayoría de los casos, expresamos este sentimiento cuando se trata de otra persona, por ejemplo, cuando decimos: “Estoy orgulloso/a de los logros de mi hijo/a, amigo/a o familiar”.
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