Un drama amenazador Admitimos con cierta resignación que hay pastores que abusan, falsos pastores que no sienten ningún amor al rebaño, porque están vacíos de Dios. No nos sorprende porque ya fue predicho por Jesús y anunciado por Pablo a los ancianos de Éfeso: “Yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hch. 20:29). Nos consolamos pensando que quizá sean sólo unos pocos. Pero nos cuesta trabajo reconocer que no sólo hay pastores que abusan, sino también iglesias
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