Posted On diciembre 25, 2012By Juan José TamayoIn Opinión
En 1971 era elegido obispo de Sâo Félix do Araguaia, en el Mato Grosso (Brasil), el misionero claretiano Père Casaldàliga, nacido en Balsereny (Barcelona) hacía cuarenta y tres años en el seno de una familia campesina. Sus insignias episcopales fueron un sombrero de paja que le entregó un líder campesino, un remo-borduna hecho de ‘pau-brasil’ por un indio tapirapé, ofrecido por el jefe de la tribu, a guisa de báculo, un anillo donado por amigos españoles, que regaló a su madre. “No tengo ningún capisayo ni pienso llevar ninguna insignia”,
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