Bien sabemos que calificar a alguien de “populista” no es ni un piropo, ni una loa, sino todo lo contrario. Hace un momento leía un artículo en BBC[1] sobre el tan manido “populismo”. En él se decía, siguiendo la opinión de los expertos, que el calificativo ”describe a los políticos que prometen demasiado”, que hacen “ofertas irresponsables”, pues “a menudo prometen cosas que pueden no ser factibles”. Pues bien, su lectura me hizo pensar en el Evangelio, en lo que se expresa constantemente en los textos fundantes (las Escrituras) de nuestra
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