Notas sobre el uso de las Escrituras en los problemas éticos contemporáneos La incertidumbre es quizá la manera más común de experimentar la “modernidad líquida” en la cual vivimos[1]: todo parece demasiado ligero, susceptible de anularse o esfumarse. Esa incertidumbre parece la contraparte a una libertad que se asocia con el individualismo moderno. Si suponemos que hay libertad para elegir, la incertidumbre resulta también de no saber qué es lo correcto o lo bueno. Vivimos en una sociedad diversa, compleja y que tiene como una de sus condiciones el relativismo[2]:
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