Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder. (Ap. 4, 11a) El título de nuestra reflexión, como muy bien sabe el amable lector, es el de un conocido aguafuerte del insigne Francisco de Goya, “el Sordo de Fuendetodos”. Pero, desde luego, no es nuestra intención tratar sobre el estilo o las características de este genio universal de la pintura, sino considerar muy brevemente las monstruosidades que generamos en ocasiones los creyentes al enfrascarnos en la lectura y la interpretación de uno de los escritos sin
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