Cuando era adolescente, y me calificaban de “progre”, me sentía orgulloso. Dicho calificativo expresaba mi rechazo radical a la dictadura que sufríamos en aquellos años en la tierra que me vio nacer. Hoy en ciertos sectores políticos se utiliza de forma despectiva. Y cuando se utiliza el término “progresista”, o se habla de “los progresistas” en círculos evangélicos, pareciera que se esté mentando al diablo, ya que son considerados una especie de encarnación del mal dentro de la iglesia. Es más, cuando se les trata de describir, se hace en
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