«En cierto momento de los años sesenta el infierno desapareció. Primero estaba ahí, y luego ya no estaba más. Algunos se dieron cuenta de que habían estado viviendo durante años como si el infierno no existiera, aunque sin haber registrado de forma consciente su desaparición. Otros se dieron cuenta de que habían estado actuando, por hábito, como si el infierno existiera, aunque habían cesado hacía tiempo de creer en su existencia». David Lodge[1] De Juan Luis Segundo (Montevideo, 1925-1996) se ha dicho que fue uno de los grandes maestros de la
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