Este es un tiempo de globalización, y en muchos sentidos de borramiento de fronteras. Los mercados se interconectan a la velocidad de internet y la comunicación planetaria permite que, en cierta forma, creamos ser ciudadanos del mundo. Sin embargo, nunca esta distribución global ha sido más inequitativa y desglobalizada: los mercados más fuertes se comen —literalmente— a los menos fuertes y las fronteras, lejos de desaparecer, se han fortalecido en su infranqueablidad y su tendencia a la expulsión de los diferentes. Hay una masa importantísima de migrantes circulando por el
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