Te alabo, Señor, con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi ser, pues en ti confío. Ante los que piensan y creen en su propio poder, yo cantaré proclamando el tuyo, Padre mío. Confesaré también tu gloria ante esta sociedad cruel, asesina de valores. Cantaré más alto, y aún más, ante quienes proclaman a gritos que eres un invento, que no existes. Mi cuerpo y mi voz, mi ser entero, darán testimonio de tu grandeza. Inclinaré mi insignificante ser ante tu presencia, porque sé que puedo confiar
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