Sin duda, uno de los aforismos más conocidos del controvertido jesuita y escritor Baltasar Gracián en el Oráculo manual y arte de prudencia es aquel que reza: Lo breve, si bueno, dos veces bueno. En cambio, en los servicios religiosos de algunos de nuestros entornos eclesiales se percibe un auténtico desprecio hacia esta sabia recomendación. Parece como si la espiritualidad pudiese medirse y, para no quedarnos cortos, se sustituyese la brevedad de la sentencia de Gracián por la cantidad: más de todo. En unos casos son más decibelios. Vaya por
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