Hablar de amor es hablar de una dimensión que no podemos controlar. Es un sentido que nos excede; que explota la razón y penetra en las incontrolables fibras de la piel y el afecto. Inevitablemente, su práctica, percepción y descripción lo alimentamos, condicionamos y canalizamos de incontables formas. Aquellas que aprehendemos, que recibimos, que inventamos, tomando de nuestro medio, nuestras historias, nuestras culturas. Lo que sabemos y lo que necesitamos. De lo que nos completa y desde nuestros vacíos. Con todo ello, el amor siempre supera cualquier marco, cualquier cálculo,
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