Querida Vilma Trujillo, La semana pasada supe que habías muerto, pero no pude procesar el hecho. No encontraba el coraje suficiente para dar una palabra al respecto. Perdóname por ello. Ahora, he podido leer un poco más sobre tu caso[1], y un escrito pastoral nos invita a la reflexión sobre el tipo de cristianismo de indolencia que se practica en varias de nuestras congregaciones de América Latina. Me sorprende que quien escriba sea una teóloga metodista y no alguien de la comunidad pentecostal. Me sorprende que aún en ese escrito
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