Posted On febrero 6, 2009By Ignacio Simal CampsIn Biblia
Leía un texto del Evangelio cuando experimenté la interpelación del mismo. Se trataba de la perícopa lucana donde se nos narra la resurrección del hijo de la viuda de Naín (Lc 7:11-17). Son esos momentos de oro cuando la letra bíblica se hace viva y deviene en una palabra de Dios que penetra en tu ser hasta lo más profundo del alma (Heb 4:12). En la narración evangélica me encontré con un Jesús acompañado de una comitiva gozosa y expectante: él, sus discípulos y una gran multitud que le seguía.
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