Posted On 24/11/2021 By In portada, Teología With 818 Views

Teología Abya Yala. Identidad, descendencia y frontera | Yenny Delgado, Williams Flores y Claudio Ramírez

 

Este artículo es parte de la ponencia presentada por los autores en la Sociedad Teológica Argentina el 21 de octubre 2021.

La Teología Abya Yala es una teología cavilada desde nuestro contexto histórico y cotidiano de los pueblos originarios de Abya Yala. Quiere ser una teología profética de una reflexión seria, de diálogos honestos, que permitan hablar de la historia, confrontarla, y hacerla nuestra. La teología Abya Yala se piensa desde las subjetividades de las mujeres y hombres, cuyas bocas ya no pronuncian la lengua de nuestras ancestras, donde sus cuerpos ya no se mueven al ritmo de las danzas, donde su oración a Dios ya no se alza desde las montañas. Aun así, nuestra memoria ancestral, sigue guardando en su profundidad, la sabiduría y espiritualidad viviente.

Se ha de aclarar que dicha teología no es acabada, sino que esta en proceso de reflexión y entendimiento. No propone un retorno a la vida ancestral ya que reconocemos la experiencia histórica colonial vivida, pero rescatamos y respetamos a la población que, en esfuerzo de resistir, ha logrado mantener viva hasta hora la cultura, el conocimiento y practica espiritual ancestral.  La teología Abya Yala rescata las practicas, reflexiones y actuar de nuestras ancestras y ancestros en un continente que sigue resistiendo los embates de un proceso colonizador de cinco siglos.  Proponemos analizar procesos identitarios descolonizadores, que siguen presentes en la población originaria y su descendencia, en un continente pluricultural y pluriétnico.

De este modo, la propuesta de una teología Abya Yala y desde Abya Yala implica analizar tres categorías interpretativas que estarían interrelacionadas entre sí. La primera categoría es la de identidad, desde esta pista de análisis se estudiará el proceso de identidad étnica y su alcance teológico. La segunda categoría interpretativa, trata del estudio de la descendencia, a través de la historia de invisibilización que han transitado los pueblos originarios y que ahora, los nacidos en Abya Yala sin vivir en los mismos pueblos y sin hablar nuestra lengua originaria podemos seguir honrando a nuestras ancestras como su descendencia.

Por último, la categoría de fronteras, como los lugares de encuentro donde las resistencias de los pueblos originarios es latente y que habiendo sido divididos por fronteras mantiene viva el sentido de unidad continental, el despertar de una mirada que pasa muros y ciudadanías. Desde la teología Abya Yala creemos en una iglesia como comunidad que se entienda, y que se reforma, desde el acontecer de un Dios que habla desde Abya Yala, de un Jesús que libera a Abya Yala y de una promesa de resurrección que vemos llegar finalmente, para dejarnos ser, siglos después del proceso colonizador, una Abya Yala con identidad propia.

 

Identidad: Resurrección de la madre tierra 

Entender Abya Yala como la tierra de sangre vital implica dos cosas, por un lado, que es una tierra llena de pueblos que todavía mantienen sus culturas, sus lenguas, sus creencias, sus formas de entender el mundo, y que por otro lado implica, que esos pueblos en sus luchas de ser visibilizados se convierten en las voces que pueden amamantar a los que han nacido en Abya Yala, pero que han olvidado a la madre.

En un discurso de Evo Morales, expresidente del estado Plurinacional de Bolivia, diría: «Antes de la llegada de Cristóbal Colón, nuestro continente existía sin fronteras. Era uno solo: Abya Yala. “Las sangres de nuestros padres, corrida por más de cinco centurias en las tierras de Abya Yala, reclama el retorno del equilibrio”. La necesidad de un retorno a un equilibrio no es otra cosa que la practica del “Buen Vivir”.

Y Morales continúa diciendo «Los aymaras queremos nuevamente volver a ser, que significa volver a ser qamiri, que es Vivir Bien; los quechuas han dicho lo mismo: volver a ser capac, persona que vive bien; los guaraníes han dicho que quieren volver a ser yambae, que entraña vivir bien y sin dueños».

Por consiguiente, Abya Yala es la madre que integra, no solo a todos los pueblos originarios sino también su descendencia. Como lo dijera el poeta peruano Arguedas, un lugar de todas las sangres, pero no como una utopía de ser uno solo sin distinción, como se lo había criticado, como una realidad mono cultural, donde se desvanecen y se sacrifican las fronteras identitarias, sino como una pluralidad que se entrelaza a modo de urdimbre que teje una trama de una misma esperanza, un territorio sin discriminaciones ni supremacías.

Las implicancias teológicas de esta concepción de Abya Yala, nos lleva a reflexionar desde donde nos encontramos, desde nuestra ubicación geográfica, desde el continente, en el sentido de que se ha de pensar la comunidad desde la madre, es decir, la madre tierra, una madre que siente, que se apasiona y que conecta con sus hijos e hijas presentes que se encuentran en una etapa de madurez que reclama la palabra y el espacio.

De este modo se ha de entender Abya Yala como la madre tierra, la Pachamama, que a sido victima de un proceso histórico colonialista, hegemónico y patriarcal que violentó y dividió a la madre en colonias, virreinatos y países. Por esta razón, la identidad invisibilizada en Abya Yala implica tomar en serio el proceso liberador de Jesús que sana, que cura toda herida, que restaura y que por sobre todo después de la crucifixión resucita. Y aquí estamos el pueblo originario y su descendencia pidiendo por la resurrección de la madre tierra y de sus hijos e hijos que fueron secuestrados y sin identidad. Dividida por muros para no encontrarnos y sometida para que guardáramos silencio, pero que ahora se libera y resucita como nuestra Abya Yala.

En este sentido Jon Sobrino al hablar de Jesús da cuenta de que la resurrección trae entonces esperanza para los crucificados, es decir para la población y a la madre tierra que ha sido despojada y sometida.  “Si se toma en serio lo dicho hasta ahora, se deduce, no por una lectura fundamentalista de los textos, sino por una profunda honradez hacia ellos, que la resurrección de Jesús es esperanza en primer lugar para los crucificados. Dios resucitó a un crucificado, y desde entonces hay esperanza para los crucificados de la historia”

De esta manera habrá que entender que Dios en Abya Yala es el que resucita a la Madre tierra, la crucificada y que Jesús es el que libera visibilizando la identidad y los rostros diversos de las hijas e hijos de la Madre.

 

Descendencia una posibilidad de liberación

Es necesario enfatizar que la teología Abya Yala busca honrar a nuestros ancestros y ancestras como descendencia reconocemos su legado y su práctica que proporcionó entendimiento entre la cosmología naturalista y una espiritualidad que honraba a la madre tierra. Símbolos básicos en los pueblos con fe y con una espiritualidad profunda.

La colonización de Abya Yala generó una enorme energía por acaparar, en una intensa competencia, la tierra y todo lo que habitaba en ella.   Este proceso de colonización afectó la vida de la población y su descendencia; convirtieron a la madre tierra en propiedad privada. Los cristianos europeos recrearon una nueva narrativa apropiándose de la historia de la Biblia Hebrea y concibió a Abya Yala como una “nueva tierra prometida”; no sólo comenzaron a verse a sí mismos como el pueblo elegido por Dios, sino que se crearon una pirámide de la humanidad colocándose como superiores.

La invención de las “razas” y sobre todo de la “raza Blanca” fue desarrollada y explotada por los europeos para gobernar a otro ser humano que en su entender no estaba aun completo. Esta ideología encontró en el mensaje cristiano de superioridad sobre otras religiones su base teológica. La Iglesia trabajó para promover, y hacer proselitismo de la supremacía blanca a través de la colonización. La división a través de virreinatos, haciendas, misiones, reducciones y reservas no quedo solo en la repartición de la tierra, sino que llevo a dividir y someter a la población de Abya Yala.

El genocidio perpetrado hacia la población originaria fue sistemático, la clasificación de quienes eran parte de este “nuevo mundo” estaba a merced de los que tomaron el poder. Para la descendencia que iba naciendo en esta nueva sociedad, olvidar sus practicas ancestrales, su lengua, y luego asimilar practicas del cristianismo blanco normativo era una forma de sobrevivencia.

Aunque los intentos de olvidar las atrocidades cometidas en Abya Yala han hecho que guardemos silencio, no quiere decir que el espíritu no nos haya acompañado todo este tiempo, la descendencia sigue siendo una posibilidad de liberación.

 

Fronteras y el despertar del “nosotras”

Las fronteras territoriales de las nuevas repúblicas son incomprensibles para los pueblos originarios, que han recorrido Abya Yala de norte a sur por miles de años.  La Madre Tierra es una, plena e integral ¿Cómo podemos dividir a nuestra madre?

Las fronteras no se reducen simplemente a dividir, establecen también jerarquías. Dentro de los territorios de los nuevos estado – nación, se relegó a los pueblos originarios a las periferias. De tal forma que esas fronteras, construyendo divisiones internas muy dolorosas.

Las fronteras separaron comunidades entre campesinos y citadinos, entre indígenas y cristianos. Vimos una descendencia ajena a la madre la cual quedaron desarticulados, en definitiva, las fronteras externas e internas degradaron el principio epistémico del “nosotras”, que comparte la sangre vital, que vive y convive en la tierra madura y fructífera. Y que a través de la lucha y visibilización de los pueblos originarios, la sangre vital hará resucitar a la madre.

En este sentido, no final sino continuo, cantamos con las voces de nuestros ancestros y ancestras, ese canto kaiová que es entonado en ocasión de prender fuego al monte, Pa’i Tambeju, diciendo: «Haz que mire hacia mí tu modo de ser. Haz que mire hacia mí el fuego creado para alegrar a la gente. Haz que mire hacia mí el verdadero fuego que se creó para alegrar a las gentes, así como él te dirige hacia mí, en virtud de estas palabras. Haz que mire hacia mí la antorcha destinada a alegrar a la gente, en virtud de estas palabras. Mi hermano mayor, Pa’i Tambeju Grande, haz que vea hacia mí su antorcha originaria, incline para mí su antorcha originaria»

 

Yenny Delgado – Psicóloga y teóloga. Estudiante de doctorado en Ciencias de la Religión en la Universidad de Lausana. Escribe sobre las intersecciones entre memoria ancestral, etnicidad, política y fe pública.

Williams Flores – Filósofo, historiador y Teólogo, escribe sobre movimientos populares, pastorales sociales, inclusión social y educación popular desde Brasil.

Claudio Ramírez – Teólogo con Maestría en Teología Dogmática por la Universidad Católica de Córdoba. Miembro fundador de la comunidad en diálogo intercultural ÑAWI.

Yenny Delgado

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