29 de agosto del 2024, Ciudad de México.
Presentación del libro:
Anna Yaldahí González Montalban y Dan González Ortega. 1 Samuel, Veinticinco días entre héroes, villanos y víctimas, Ciudad de México: CUPSA, 2024.
¡Qué experiencia de escribir un libro a dos manos y la misma sangre! El resultado es un guiso de estudios bíblicos desde la comunalidad, lo multiepistémico, multisensorial, intercultural, intergeneracional, interdisciplinario, internacional y otros ingredientes más.
Empiezo agradeciendo la invitación para ser un comensal de la presente cazuela de teología narrativa como la de las parábolas de Jesús, ahora disponible para todo el mundo bajo el sello de nuestra centenaria CUPSA.
Hace un tiempito mi compadre Dan se puso el mandil y me convidó un churrasco argentino cuando la autora era Yaldahí, es decir, “mi niña”. El postre consistió en una sobremesa exquisita con la compartición de las letras de la pequeña. Años después la universitaria Anna también cultivó el género literario de la entrevista y tuve el honor de ser uno de sus entrevistados. Pero esta noche la encontramos desplegando todas sus potencialidades como escritora, filósofa y literata. Ella estudió simultáneamente en la Universidad Nacional Autónoma de México y graduó con excelencia del Claustro de Sor Juana Inés de la Cruz, quien fuera la primera teóloga feminista del continente. Anna junto con el autor de sus días nos invitan a un recorrido por el primer tomo de Samuel, con veinticinco escalas, como si estuvieran escarbando las minas tóxicas y ricas de Zacatecas, lugar de nacimiento de Dan y donde pescó al vuelo la sabiduría de sus callejones tan patente en este manual.
Para ambientar el lugar de la compartición bíblica, nos proveen lo siguiente: invitación a encender de velas, cantos compatibles, oración comunitaria, mapas, memoramas (juego de memoria), glosarios, preguntas guía, videos, pizarrón, paleógrafo, lluvia de ideas, papelitos adheribles, plumones, tablero, y epígrafes en cada lección.
Estas dos plumas escriben con sentimiento-conocimiento de causa. En lugar de la bibliolatría de nuestras historietas de muchas escuelas dominicales, honran la Biblia al hacer infinidad de matizaciones. Con Tomás Müntzer aprendemos que la Palabra de Dios rebasa la Biblia, en tanto que incluye la palabra escrita en todo corazón, y no olvidemos la Palabra encarnada en Jesucristo. Contra la obsesión de la academia de evidenciarlo todo, en este caso, el primer tomo de Samuel, obvia la evidencia histórica y privilegia legítimamente la contemplación de la existencia humana, sus recovecos, sus luces y sombras, sus desplantes de heroísmo y villanía.
Hija y padre no solo estudian la Biblia en su contexto original del allá y entonces, sino, sobre todo, la re-contextualizan con el aquí y ahora que es donde erran muchas de las y los biblistas por aquello de dejar nuestra realidad actual “in-tacta” para no asustar a la clientela. De ahí que, con explicaciones comedidas, nutran al círculo bíblico con las etimologías, eufemismos atrevidos, personajes como la caperucita roja y su misión de sembrar el miedo a las mujeres, el “tigre de Santa Julia”, “el Atila del Bajío”, Emiliano Zapata, Pancho Villa o “Chucho el roto”.
Igualmente, este curso bíblico promueve los valores del Reino de Dios como la relacionalidad, ternura, misericordia, compasión, bondad, y se aleja del binarismo maniqueo de o bueno o malo, o blanco o negro. De manera que, desde la sospecha feminista, Anna y Dan nos ayudan a desaprender las historietas bíblicas de Saúl, David, Ana, Abigaíl, Mical, la Pitonisa de Endor, las Aguadoras, entre otras que a continuación citamos:
Saúl el pusilánime
Este libro nos permite mirar a este héroe con sus arrugas y verrugas de su trastorno límite de personalidad” (TLP), su paranoia, sus celos, su impulsividad y su suicidio nunca o poco predicado.
El repudio divino de Saúl por haber faltado al herem, o prohibición ante la masacre del pueblo amalecitas, o sea, la prohibición de quedarse con el botín de guerra es de macabra actualidad. Anna y Dan asocian el relato con la masacre que sigue llevando a cabo Benjamín Netanyahu desde el 7 de octubre del año pasado en la franja de Gaza contra el pueblo palestino. El 28 de octubre del 2023 el primer ministro israelí demoniacamente citó verbatim 1 Sam. 15:3 en una conferencia de prensa al declarar la guerra santa, el genocidio, etnocidio y escolasticidio del pueblo palestino:
“Ustedes deben recordar lo que los amalecitas les hicieron, según nuestra sagrada Biblia. Ahora vayan y hiéranlos y destruyan absolutamente todo lo que tengan y no los perdonen, pero mátenlos, tanto a hombres como a mujeres, infantes y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y burros”.
En la política mortífera, tanto Saúl como Netanyahu mantienen vivo al enemigo construido a su medida: el pueblo filisteo o palestino, a la vez que demonizan a Baal y Astarté, sus deidades masculina y femenina. Sin el enemigo, nos cuentan Anna y Dan, no habría héroes-heroínas, por eso desde el período de Los Jueces, los filisteos serán los villanos de la película. De la fabricación de enemigos es experta Hollywood y el Valle del Silicón en nuestros días.
Vacunas contra ese lenguaje hostil las tenemos el idioma hospitalario maya-tojolabal que desconoce los términos “enemigo” y “el otro”, y privilegia la “nosotreidad”. Igualmente, en la lengua zapoteca —el idioma nativo más hablado en los Estados Unidos— no existen marcas de género. Muxe, traducido como “hombre-mujer” es un reverendo disparate.
El elemento de la extranjería contiene también la misma violencia siempre con motivaciones económicas. De ese modo aprendemos que Afec, el asentamiento filisteo, poseía la mayor riqueza acuífera de Palestina. Es decir, aquella guerra contra Filistea y la masacre actual contra Palestina siguen siendo guerras por el agua.
David y su par, la Cenicienta
De tapa a tapa con todo y mapas estos estudios bíblicos son iconoclastas. Rompen imágenes consagradas con el objetivo de ayudarnos a no canonizar a nadie, sino sacar lo mejor de nosotras y nosotros mismos. La historia oficial de los libros de Samuel consigna que este empobrecido pastor emerge de la nada y asciende hasta ser la cabeza de una monarquía poderosa a la usanza de una película que ya vimos. Lo cierto es que estamos presenciando la consolidación de la monarquía como segunda institución social junto al profetismo.
El David de estas lecciones es sencillamente, un forajido, villano, mercenario de los filisteos (1 Sam. 27), que abandona a Jonatán en la hora suprema. Este protagonista es estratega, frío, calculador, poco empático, carismático, seductor, elocuente, dominante y poseedor de una gran visión política basada en su populismo nacionalista y músculo militar. El tiempo de los Jueces solitarios es historia; ahora el omnipresente ejército va por delante. Cualquier semejanza con el desaguisado mundial es mera coincidencia.
Un tema sumamente intrigante que nos proponen Anna y Dan es el de la banda semi-nómada habirú. Es decir, una de tantas pandillas militares de personas marginales que habitaban las montañas, atacaban poblados y también se alquilaban como mercenarios. De ese caldo de cultivo abrevó David para organizar su ejército:
“Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres”. (1 Sam. 22:2).
Pero aún hay más sorpresas. Cabe la posibilidad de que el gentilicio hebreo no provenga de Abraham sino de habirú. Según esta narrativa, eso explicaría el hecho de que los mismos israelitas no se autonombren hebreos en la Biblia, y que los actuales israelíes tampoco se consideren hebreos.
En estas discusiones grupales miramos a un David en busca de purificación para portar la corona al usurpar funciones sacerdotales comiendo el pan de la proposición, símbolo de la relación única entre Yahvé y los israelitas. David sabe que es cuestión de tiempo y que todo se lo debe a su asesor de imagen, o sea, su padrino que narra la historia.
Ana y María de Nazaret
Dice mucho dedicarle dos lecciones de estudio a Ana, la tocaya de la coautora, el arquetipo de María de Nazareth, la que, pese a su esterilidad, defiende su dignidad en un mundo patriarcal que la reduce a una maquina procreadora, la que habla con Dios, con un sacerdote y con un patriarca de tú a tú. ¿Así, o más clarito?
Estas dos plumas rescatan a Ana como la cantante de la liberación femenina (1 Sam. 2:1-10), quien en trio con Miriam (Éx. 15.19-21) y María la del Magníficat representan la estética de la emancipación de las personas debilitadas (v. 2:4), hambrientas (v. 5), estériles (v. 5), empobrecidas (vv. 7-8), humilladas (v. 7), y necesitadas (v. 8).
Abigaíl la de amplios horizontes
Este manual a dos voces hace un parangón entre el aviso oportuno de Abigaíl a David ante su inminente asesinato por parte de su esposo Nabal (1 Sam. 25) y la “pax narca” que acontece hoy en México.
Abigaíl se gana a pulso su lugar de profeta-reina de Israel, como símbolo de la prudencia, la sabiduría y la clarividencia (1 Sam. 25:30). Ella repudia la liturgia nupcial del siglo XII e.C. del “¿quién entrega a esta mujer para casarse con este hombre?”, pues Abigaíl misma se dona a David.
Mical, caudilla nacional
Anna y Dan sazonan un perfil contracultural de la princesa hija del rey Saúl. El amor genuino de Mical hacia el trepador David (1 Sam. 18:26) tenía fecha de caducidad.
Su padre la cosifica al darla como recompensa a David en trueque por 200 prepucios de filisteos asesinados, en claro desprecio del rito y con ulteriores motivaciones. En este desorden de cosas, nuestra autora y autor no pasan desapercibida la naturalización del horror, de la mutilación de cuerpos y los masivos asesinatos que sufre la sociedad mexicana y las latinoamericanas.
El dueño de la narrativa de la historia de Mical la borra de la historia por criticar la adoración de David y no tanto por rechazar a David y su baile callejero con minifalda cuando trasladaban a Jerusalén el Arca del Pacto (2 Sam. 6:12-23). Para esa etapa, debido al desdoblamiento de la personalidad de su esposo, Mical sabía que él no siempre era el “hombre acorde al corazón de Dios”.
Contra toda esperanza, sin embargo, nos dice esta lección de estudio bíblico, que su historia da cuenta de la actitud valiente de Mical. Frente a su padre opta por David a quien le salva la vida mintiendo, pero cansada de él, no le comparte el linaje benjaminita e inicia una huelga de reproductora de prole.
La Pitonisa de Endor (1 Sam. 28: 8)
El presente cuaderno de estudio bíblico una vez más desafía a la interpretación puritana ducha en la cacería de brujas. Aquí desaprendemos que nuestras Escrituras prohíben más de lo que nos han predicado y aprueban mucho más de lo que nos han enseñado. Este es el caso de la Nigromante que el libro de Samuel en ningún momento condena ni descalifica su ministerio. Todavía en el siglo XVII la astrología informaba la teología, la medicina y demás saberes.
De estas páginas emerge una Pitonisa que absuelve al rey Saúl por haberla exiliado, etimológicamente, arrancado de su suelo; una mujer que le habla al rey como a un co-igual, que le da asilo sabiendo que era bien histérico, lo alimenta y termina siendo una verdadera profeta que le dice la verdad sobre el final infeliz del rey. Este estudio corrige las traducciones bíblicas contemporáneas que la siguen estigmatizando como hechicera (Biblia Hispanoamericana) y espiritista (La Biblia Latinoamericana). En lugar de ello, nos encontramos con una sacerdota quien desde su cocina —lugar de la creación perenne de la vida y de la alquimia como el “baño María”— ejerce su vocación sanadora.
Pasemos pues a degustar este coctel bíblico-filosófico y literario preparado a dos manos y con una sangre.
Este libro y su rica bibliografía sobre el primer libro de Samuel está aderezado para círculos de estudio bíblico. Sus páginas, siguiendo a Elsa Tamez, distinguen entre el silencio estratégico del de autocensura por miedo. Por lo mismo, es un fanal que nos permite mirar toda la Biblia desde la óptica de Palestina, del Hijo Pródigo, de las personas incircuncisas, paganas, filisteas, es decir, desde las identidades que el Norte Global nos ha asignado.
Como era de esperarse de un editor heteropatriarcal como el del primer tomo de Samuel, aquí caemos en la cuenta de que hasta el mismo arte le quemó incienso al rey David al adjudicarle 73 de los 150 salmos de la Biblia hebrea. Sin embargo, estas veinticinco lecciones nos muestran cómo estudiar toda la Biblia con una pizca de sal: rescatando y viviendo sus textos liberadores.
Yo no sé ustedes, pero yo voy volado a ordenar mi libro impreso, como Diosito manda.