Nos llega una noticia entristecedora. Nuestro gran Tissa vive en la presencia de Dios para siempre. Su partida este 17 de enero nos deja un gran vacío. Para mí en lo personal es la pérdida de un gran amigo. Los y las que compartimos con él en tantos proyectos, acciones solidarias, posturas proféticas y desafíos a la autoridad eclesiástica, sabemos que su aporte permanecerá con un gran legado. Pero nos alegramos porque Tissa siempre vivió con alegría y gozo. Aún en momentos de intensa discusión y defendiendo ideas teológicas polémicas, salía un sentido del humor que nos hacía reír y bajar el nivel de tensión.
Lo que deseo recordar son las vivencias que compartimos en el contexto de la Asociación Ecuménica de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo (ASETT), por sus siglas en inglés, EATWOT. Esta Asociación fue fundada por teólogos prominentes de África, Asia, Caribe, Latinoamérica y Estados Unidos. Eso fue en 1976.
Desde los mismos inicios de la ASETT Tissa fue un promotor entusiasta del diálogo entre las teologías de la liberación, en todos los continentes. Además, se interesó mucho por el diálogo ecuménico y el diálogo interreligioso, particularmente en su amada Sri Lanka, tierra con un gran arcoíris religioso, con una presencia significativa del budismo y donde el cristianismo ha sido minoría.
Otro aspecto importante fue su interés en ser un verdadero intelectual orgánico. Habiendo estudiado economía y poseyendo una sólida formación teológica, muy temprano en su producción intelectual relacionó la economía con la teología, la ecología con la teología y una preocupación constante por la promoción de los derechos humanos.
Tisssa fue un escritor prolífico. Entre sus libros más importantes deseo resaltar, Jesucristo y la liberación humana (1976), La eucaristía y la liberación humana (1977), Teología planetaria (1984), libro que marcó ruta y se adelantó al tratar temas polémicos y desafiantes que en la era global los han desafiado. Pero el libro que creó la gran polémica fue María y la liberación humana (1994). Su publicación le costó una investigación vaticana dirigida por el Cardenal Joseph Ratzinger. Ya algunos obispos en Sri Lanka y otros países de Asia lo habían cuestionado. El asunto, con toda su controversia y la acusación de herejía (sobre todo por el dogma del nacimiento virginal de Jesús y el pecado original) lo llevó finalmente a la excomunión por Juan Pablo II en 1997. El siguiente año le fue levantada la excomunión, después de una serie de negociaciones, escritos y reescritos que, entre la amonestación y la duda, finalmente le permitieron seguir como sacerdote y religioso. Tissa er Oblato de María Inmaculada.
Quiero, entonces, relatar tres experiencias que compartí con Tissa Balasuriya.
Recién electo el que escribe como secretario general de la Asociación Ecuménica de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo, en la asamblea general de Nairobi, Kenia, en enero de 1992, me encontré con Tissa a la hora del desayunar, el día antes del regreso a nuestros países. Habíamos acordado una breve reunión del comité ejecutivo después del desayuno. Pero Tissa necesitaba conversar sobre sus polémicas con la conferencia episcopal de Sri Lanka y ponerme al tanto de la implicaciones que tenían unas posibles investigaciones, y acusaciones de herejía del Vaticano. Yo le reiteré mi apoyo personal y la disposición a defenderlo como miembro de ASETT y nuestro hermano. Con su característica sonrisa me agradeció nuestra solidaridad. Los próximos cinco años fueron intensos y complejos para Tissa y ASETT. Y para Ivone Gebera y Leonardo Boff, en sus confrontaciones con el Vaticano. La disciplina impuesta a ambos, y finalmente la salida de Leonardo del sacerdocio y la orden francisana, aunque Leonardo siempre ha seguido siendo un gran “sacerdote”. Lo quiera la iglesia o no. Ivone retornó a su orden con las Ursulinas, sacrificándose por sus “hermanas en la colmena” y las comunidades de base que tanto la quieren y respaldan.
La segunda experiencia con Tissa fue ese mismo año de 1992. Fuimos invitados como comité ejecutivo de ASETT a tener nuestra primera reunión plena en Sri Lanka. Tissa nos apoyó decididamente, y el Centro para la Religión y la Sociedad que él había fundado en 1971, respaldó nuestra visita. Sabiendo de mi conocimiento y participación con grupos carismáticos y pentecostales en Latinoamérica y el Caribe, Tissa me solicitó que viajara unos días antes de nuestra reunión, organizando un simposio con líderes religiosos sobre la experiencia carismática y pentecostal. Fue una experiencia extraordinaria donde todos y todas aprendimos sobre el impacto, la importancia y la necesidad de saber más sobre estas experiencias.
La tercera experiencia tiene que ver con el diálogo budista-cristiano. Tissa tenía casi una obsesión de que nos reuniéramos con monjes budistas. Conocer de primera mano las dinámicas religiosas en Sri Lanka y Asia en general, era importante para ASETT, según su opinión. Creo que no se equivocaba, sobre todo para los teólogos y teólogas de occidente acostumbrados a confesar y vivir nuestra fe como “mayoría cristiana”. Ese diálogo cambió mi vida para siempre. Me enriqueció en mi fe, y me permitió con humildad ver dimensiones del misterio de Dios que no podemos controlar. Agradecí siempre a Tissa lo que nos enseñó sobre la dinámica, complejidad y posibilidades del diálogo interreligioso.
Tissa Balasuriya, pionero, profeta, teólogo, pensador y amigo. Lo vamos a recordar por su buen humor, su sabiduría, su hospitalidad, y por la fuerza ética de su vida y su teología.