Juan Stam

Posted On 16/06/2014 By In Biblia, Ética, Opinión With 3591 Views

Un doble problema exegético

Mi respuesta a «Juan Stam y su Mirada Sobre la Homosexualidad«[1], de RELACH (Red Latinoamericana Contra la Homofobia)

Esta declaración de la RELACH llegó a mi computadora minutos antes de salir yo para un viaje en crucero por las islas Bahamas en celebración de nuestro sexagésimo aniversario de bodas. Al leer el título me llenó de alegría, porque hacía tiempo había deseado un diálogo exegético sobre el tema, un diálogo franco de razones, evidencias y aguda criticidad exegética. Al regresar a casa y leer el documento, quedé muy decepcionado. Vi en el documento dos problemas exegéticos muy serios: el problema  (o los problemas) de la exégesis bíblica, y el problema de la muy mala exégesis que hace el documento de los escritos míos. Veamos…

(1) El grave malentendido comienza con el título cuando habla de «la mirada de Juan Stam sobre la homosexualidad», mi «posición respecto de la homosexualidad». Los dos artículos analizados (sobre Dale Martin y sobre Renato e Irene) pretenden ser trabajos de exégesis histórica, en la que más bien no debía entrar la «mirada» mía (o entrar lo menos posible). De hecho, si en algún punto haya impuesto mi «mirada» sobre la de San Pablo, eso debe ser cuestionado exegéticamente. La meta de mi exégesis histórica fue la de precisar lo mejor posible la «mirada» de San Pablo, aunque fuera diferente a la mía.

Se me ocurre que la mejor manera de aclarar esto es mediante un repaso de los artículos que he publicado sobre el tema:

A  ¿Por qué no participé en la marcha homofóbica? (7.26.2008)

B   Jesús y la marcha homofóbica (8.11.2008)

C   La unión civil de personas del mismo sexo (Lic. Gustavo Román; 8.17.2008)

D   Observaciones finales sobre el debate en torno a la marcha homofóbica (8.21.2008)

E   L a Homosexualidad: Consideraciones exegéticas y hermenéuticas (11.7.2012)

F   Crítica exegética de un artículo de Dale Martin sobre homosexualidad (10.25.2013)

G  Exégesis bíblica y homosexualidad (2014)» (1.3.14)

G1 Renato Lings

G2 Irene Foulkes

Los incisos A hasta D, sobre la homofobia, recibieron mucho apoyo pero me ganaron la ira de la Alianza Evangélica Costarricense. En el artículo «E», sobre exégesis y hermenéutica, hago una distinción marcada entre exegesis histórica y relectura hermenéutica (ver también la introducción a G, «una doble contextualización»). Después de criticar algunos intentos de reinterpretar los textos bíblicos, concluyo que los esfuerzos exegéticos no han logrado explicar favorablemente los textos, pero que posibles relecturas hermenéuticas podrían ser fieles al texto original (exégesis) pero no legalistas ni homofóbicas. Esta es la única «mirada sobre la homosexualidad» que he sostenido, dentro del terreno de Ciencias Bíblicas y el campo exegético-hermenéutico.

Ante la conclusión exegética de que Pablo condenó las relaciones sexuales entre dos varones, varias respuestas son posibles:

a) probar que de hecho Pablo no lo condenaba (con evidencias exegéticas muy convincentes);

b) Pablo condenó esa práctica pero estaba equivocado;

c) Pablo condenaba eso y nosotros también debemos condenarlo;

d) La Biblia no pretende dar un código de conducta para todos los siglos futuros, y en muchas cosas lo

hemos redefinido (esclavitud, monarquía, divorcio, papel de la mujer, etc).

(2) Un pasaje del segundo párrafo del documento de la RELACH reza, «Concentramos nuestro énfasis en la ideología y los presupuestos subyacentes en esos artículos de Stam, particularmente en la introducción de uno de ellos, donde el pensamiento del autor se hace bastante evidente. Allí da a entender que la Biblia desaprueba toda clase de relaciones entre personas del mismo sexo». He revisado las introducciones de los dos artículos y no encuentro ningún pasaje correspondiente. Tengo claro que los pasajes de Levítico y 1 Corintios tratan de «varón que se acuesta con varón»: Más de eso sería otro tema, de otros textos.

En el siguiente párrafo, el documento me acusa de «aferrar[me] de algunos prejuicios, por ejemplo cuando -respecto del trabajo de Dale Martin- sostiene taxativamente que ‘queda bien claro que el adjetivo arsenokoitês presente en 1 Corintios 6:9 (uno de los textos tradicionalmente más utilizados para condenar todas las relaciones homosexuales) significa literalmente ‘varón que se acuesta con otro varón»’. Es falso que yo diga aquí «todas lss relaciones entre personas del mismo sexo» (el texto trata de varones) pero claro, contra Martin, estoy muy convencido de que arsenokoitês trata de homosexualidad masculina y no he visto otra interpretación tan fiel a los datos exegéticos (ver Apéndice #1).  Juzgar a alguien por sus «presupuestos» y por la ideología que uno cree ver en una persona ha sido una táctica favorita de los fundamentalistas estadounidenses (Cornelio van Til, Karl McIntyre y otros).

A continuación, el documento me atribuye algo que no he dicho ni tampoco creo, que «los términos malakos y arsenokoites señalarian ‘claramente’ -según sus palabras– a los participantes del rol pasivo y activo dentro de una relación homosexual»  (énfasis mío).  Eso no es verdad y mide, lamentablemente, la poca seriedad de este documento. Los párrafos que siguen mantienen este tono fanático y no corresponden a mis escritos, mi pensamiento ni mi personalidad.

(3) Es sorprendente, y muy decepcionante, que haya tan poca exégesis bíblica en este documento. Ni refuta mis argumentos exegéticos ni plantea nuevas evidencias para entender el texto. Los argumentos que esgrimen en la declaración — significado de arsenokoitês y malakós, posicionamiento y yuxtaposiciones de términos en diferentes listas, Dale Martin y la literatura griega, los adikoi no heredarán el reino de Dios —  son ya tratados en mis artículos, pero no lo toman en cuenta ni para responder. Cuando el tema mismo es precisamente la exégesis bíblica, el documento no ofrece nada nuevo para el debate.

(4) Sobre el concepto moderno de orientación sexual, he tratado de evitar dicho anacronismo distorsionador. He introducido cada escrito con una nota al calce aclarando que usaré el término para referirme a la práctica homosexual masculina, no a la orientación como tal. (de Rom 1:26 espero hacer un análisis exegético en un futuro ensayo). Para evitar el sustantivo «homosexuales», empleo el término arsenokoitai (comoquiera que lo haya entendido Pablo). Hasta logro entender, empleo el adjetivo (p.ej, «práctica homosexual») en el mismo sentido que lo emplean los defensores de la homosexualidad).

En cambio, encuentro que el documento por su parte introduce, anacrónicamente, otros elementos modernos ajenos a la mente de Pablo: el patriarcado como opresión, normatividad de heterosexualidad, concepto moderno de justicia, etc. (De «los adikoi no heredarán el reino de Dios» ver Apéndice #2). Estos elementos, que son legítimos e importantes, no pertenecen al trabajo exegético porque no le afectaban al autor bíblico. Igual que la orientación sexual, estos temas pertenecen al nivel hermenéutico de relectura moderna después de haber analizado lo mejor posible la comunicación original antigua.

(5) Impresiones finales:

Sigo alegre y agradecido con la RELACH y cada uno de los firmantes por haber respondido. Eso me parece mucho, un paso hacia la posibilidad de un debate exegético.

Yo he sido enemigo de la homofobia y defensor de los derechos civiles de los LGBT, por lo que he pagado un precio alto. La RELACH debía de haber visto en mí un amigo, a pesar de las diferencias de interpretación bíblica. Optaron por tratarme de enemigo. ¡Qué lástima!

Mucho del documento es argumentum ad hominem, un argumento problemático que se considera el último recurso de los que no tienen mejores razones. Con lo que me parece mucho fanatismo, me tratan como automaton que responde Pavlovnianamente a mis rígidos presupuestos conservadores. ¡Pero se han equivocado!  Soy un gringo de nacimiento que aprendí de unos campesinos/as a tener corazón latinoamericano. Soy un fundamentalista que poco a poco dejó eso atrás para ser evangélico radical (algo muy distinto y desafiante). Soy un conservador (¡Republicano!) que hace años me declaré socialista y publiqué un artículo, «Lo que los cristianos latinoamericanos podemos aprender de Karl Marx» etc. etc. Es claro que este documento está hablando de otra persona, no del Juan Stam que por cinco años presidió el Comité Costarricense de Solidaridad con Nicaragua, que tuvo una confrontación fuerte con Jeanne Kirkpatrick y una inolvidable «clase» de Apocalipsis con Fidel Castro, y que ha denunciado la homofobia una y otra vez con resultados muy positivos.[2]

Con dolor tengo que protestar vehementemente la falsa acusación que hace el documento contra mi, antes mencionado, con la desfachatez de agregar «en sus propias palabras» cuando de hecho fue puro invento. Ahora centenares de lectores de Lupa Protestante, y sin duda de otros sitios web, han leído algo totalmente falso (falso, como es en otro sentido mucho de esta declaración tan sesgada y parcializada).

Al leer este documento, sentía que un jurado, con sus veinte jueces. quería sentenciarme por el pecado de cuestionar a unos de su partido, especialmente al gurú mayor, Dale Martin. Sentía que estaba frente a una rígida ortodoxia dogmática (`»Con la iglesia hemos dado, Sancho»). Frente a argumentos exegéticos, el «oficialismo» respondía con autoridad y «prestigio» (argumento elitista). Es preocupante la frecuente repetición de la palabra «prestigio», como si tuviera algo que ver con la exégesis bíblica Otra característica de la ortodoxia es el resentimiento ante el cuestionamiento; se siente ofendida y amenazada por las críticas. La menor crítica contra Dale Martin se recibe como «tono despectivo», mientras los gruesos insultos de Martin no les preocupan, ni muestran su prejuicio y su falta de objetividad científica. Los planteamientos oficiales de esta ortodoxia no se someten a debate sino que se proclaman apodícticamente como respuesta definitiva a las «herejías».

Con esperanzas de un mejor diálogo exegético, espero respuestas de los lectores y especialmente de los veinte y pico firmantes del documento.

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Apéndices

Apéndicec#1, de «Crítica exegética de un artículo de Dale Martin»

Crítica exegética sobre arsenokoitês:

Para ridiculizar la interpretación de arsenokoitês como «homo-sexual» Martin, con su característico dogmatismo, escoge los ejemplos absurdos de «under-stand» y «chair-man» y critica la interpretación tradicional como un argumento de etimología. Sin embargo, cuando ambos términos de la palabra compuesta son claros e ipso facto entendibles, el análisis diacrónico (etimología) es totalmente innecesario. Abundan palabras compuestas cuyo significado es inmediatamente evidente: guardameta, guardacostas, robacarros, lavacarros, rompecabezas, limpiabotas, y muchas más.[3] En el inglés, lengua materna de Martin, similares palabras compuestas son frecuentes: weekend, headhunter, cheerleader, sunlight, sunbeam, sunrise, sunset, suntan, sunburn etc. Contrario a la impresión de sofisticación lingüística, este argumento de Martin es superficial, tendencioso y exegéticamente irresponsable.

Los dos componentes de arsenokoitês parecen derivarse de la condena de homosexualidad en Lev 18:22 Lxx, meta arsenos ou komêthêsê koitên gunaikeian. Además, en el griego existían otras palabras compuestas con una estructura idéntica o parecida: mêtêrkoitês (quien tiene sexo con la madre), doulokoitês (que tiene sexo con esclavos),  arsenothêlus (h           ombre-mujer; hermafrodita), polukoitês, polukoinia, polukoiteô (duerme con muchos hombres o mujeres; cf. polukoimêtos, que duerme mucho), arsenomanês (loco por los hombres), arsenôma (semilla de varón) y arsenomixio, arsenomiktes (homosexualidad, homosexual).[4]

De estas evidencias queda bien claro que el adjetivo arsenokoitês significa «varón que se acuesta con otro varón». Dale Martin, sin embargo, rechaza este sentido obvio, aparentemente natural, y apela a un argumento que resulta mucho menos convincente, del posicionamiento del término en otras listas de vicios. En ese proyecto Martin analiza el empleo de arsenokoitês en Oráculos Sibilinos 2:73; Hechos de Juan #36; Teófilo, Ad Autólico; Hipólito, Refutación de todas las herejías 5.26.22s y Bardesanes (según  E[5]usebio, Preparación para el Evangelio 6.10.25).

Un pasaje que a Dale Martin se le olvidó

Más pertinente para el tema es un texto que Martin no menciona en todo su artículo, la epístola de Policarpo a los Filipenses 5:3:

Igualmente, que los jóvenes sean irreprensibles en todo, teniendo cuenta, ante todo, de la castidad y sofrenándose de todo mal. Bueno es, en efecto, que nos apartemos de las concupiscencias (epithumía) que dominan en el mundo, porque toda concupiscencia milita contra el espíritu, y ni los pornoi (fornicarios), ni los malakoí (afeminados) ni los arsenokoitai (homosexuales) han de heredar el reino de Dios…

Este pasaje, fechado 107-8 d.C. a pocas décadas de la vida de Pablo,[6] aparece en una serie de exhortaciones a los diáconos (5:1-2), los jóvenes y vírgenes (5:3), los ancianos (6:1-2) y a todos (6:3). La exhortación a los jóvenes se concentra en lo sexual, bajo la categoría general de epithumia, desglosada en los tres grupos de pornoi, malakoí y arsenokoitai. Es claramente una lista de vicios («vicelist»). Es significativo que aquí, en este primer ejemplo, arsenokoitai aparece entre los pecados sexualessin la menor referencia a lo económico ni a daños a otras personas. La frase «no heredar el reino de Dios» sugiere que Policarpo está reconrdando el texto de 1 Cor 6:9. Todo esto plantea un problema serio para la tesis de Dale Martin.

¿Cuán convincentes son los pasajes que cita Martin sobre arsenokoitês?

El primer texto que Martin trae a colación es Oráculos Sibilinos 2:73, donde en algunas versiones la prohibición «No practica la homosexualidad» aparece entre el robo de semillas (2:71) y la infidelidad a las confidencias (2:73b), en un largo pasaje de temas económicos sin otra referencia al sexo. Sin embargo,  de todo este pasaje Alejandro Díez Macho, respetado autoridad en materia de escritos apócrifos, dictamina que «la evidente interpolación de los vv. 56-118, tomada burdamente del Pseudo-Focílides» no merece considerarse parte de OrSib 2, por lo que decide omitir toda la interpolación de su versión de OrSib 2 para la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC).[7] En el original de «Las Sentencias» de Pseudo-Focíldes, fuente de la larga interpolación, la prohibición de homosexualidad aparece en su debido lugar, en un extenso pasaje sobre el sexo (Charlesworth II:581). La anomalía de OrSib 2:73 no es más que vestigio de un interpolador tan confundido que ni pudo introducir bien su interpolación.

El segundo pasaje citado por Martin es Hechos de Juan (AcJn) 36. Se trata de un largo discurso, confirmado por la sanidad divina colectiva de unas ancianas muy enfermas, llamando a los varones de Éfeso a arrepentirse y convertirse a Cristo (pgr 33-36). Se dirige a ellos como «presos de la incredulidad y esclavizados por deseos vergonzosos» (pgr. 33), El predicador pasa de tema en tema casi sin relación lógica o temática. Contrario al argumento de Martin, el documento no da otra lista de pecados sexuales en la que no incluye la homosexualidad. Solamente menciona, en párrafo 35, el adulterio, después del orgullo por la belleza física y antes del pecado de negarse a ayudar a los pobres.[8] Menciona dos veces, por separado, el pecado de gloriarse en la riqueza. Termina con dos listas finales, una de vicios variados y otra de personas, separadas por un llamamiento al arrepentimiento[9]. El análisis de todo el discurso deja muy dudosa la interpretación de Martin.

En tercer lugar Martin apela a Teófilo de Antioquía, ad Autólico 1.2 pero de nuevo hay serios problemas textuales. Ruiz Bueno, en Padres Apologistas Griegas de la BAC (Madrid 1954) defiende el texto de Bardy y Sender (rechazado por Martin) y lo escoge para su traducción (p.766-767). Como especie de requisitos morales para conocer a Dios, Teófilo desafía al pagano Autólico a demostrar que él no es moijos, pornos ni arsenokoitês.[10]

Martin mismo reconoce que su tesis tiene serias dificultades con los pasajes de Hipólito y Bardesanes. Al fin de tanta investigación, el argumento de la colocación de arsenokoitos en las listas de vicios convence menos que las evidencias lexicográficas del término mismo, que Martin descarta muy ligeramente, y el importante testimonio de Pol. 5.3, que Martin ni menciona. Estos frecuentes problemas textuales subrayan lo precario del argumento sólo del posicionamiento de determinados términos en supuestas listas de vicios.[11]

Apéndice #2 de «Exégesis bíblica y Homosexualidad»

(3) La justicia del Reino como clave hermenéutica para 1 Cor 6:9-10:

A partir de la frase inicial de 1 Cor 6:9 «los malvados (adikoi) no heredarán el reino de Dios» (NVI), repetida al final de 6:10, doña Irene concluye que Pablo estaba condenando aquí a los arsenokoitai que practicaban la pederastia;[12]

Pablo reclama acá que su objeción a los arsenokoitai se basa en el concepto del reino de Dios. Juzgada por el amor y la justicia del reino, la práctica de la pederastia queda condenada porque constituye una relación injusta en que un hombre satisface su propio deseo aprovechándose de la inmadurez (y aun de la necesidad económica) de un jovencito (p.166).[13]

La primera pregunta que tenemos que plantear es si Pablo, con la mención del «reino de Dios», pretendía introducir una nueva clave para reinterpretar la antigua prohibición de la práctica homosexual. Es importante tomar en consideración la frase entera, «no heredarán el reino de Dios».[14] Se trata del reino como herencia, sin énfasis en el reino como conducta y ética.[15] Los evangelios hablan también de heredar el reino (Mt. 24:34), heredar la vida eterna (Mr 10:17; Lc 10:25; 18:18) y heredar la tierra (MT 5:5). Jesús anuncia a Nicodemo que sólo naciendo de arriba podría ver el reino de Dios y entrar en él (Jn 3:3,5; cf. Mt 7:21;18:3). ¿No sería eiségesis, en lugar de exégesis, sacar conclusiones tan radicales del simple empleo de una frase tradicional que parece tener otro sentido?

Podemos enfocar este problema exegético con una segunda pregunta: ¿plantea este pasaje un contraste entre arsenokoitai que actúan con justicia y otros arsenokoitai que actúan con injusticia (como los pederastas), o es un contraste entre personas que podrán heredar el reino de Dios y otras que no (cf. Ap 21:27)?[16] ¿Cómo quedan, según la exégesis fiel del pasaje, los arsenokoitai que no son pederastas ni hacen daño a otras personas con su práctica homosexual?[17]  ¿Veía Pablo las prácticas que condena como mala in se o malas por sus consecuencias?

Además, si esta frase es clave para interpretar los dos términos bajo estudio (malakoi, arsenokoitai), el mismo criterio tendría que revolucionar los demás términos de forma similar y todos tendrían que condenarse por el daño que causan a otros y no por la acción misma. Si la fornicación o el adulterio no hacen daño a nadie, ¿por qué no permitirlos? Con introducir esta lista con una referencia a la justicia del reino, ¿quiso Pablo condenar al idólatra sólo cuando era injusto/a con los demás, igual que en el caso de los pederastas?

Aun si la referencia a «los injustos» (adikoi; malvados, impíos) fuese una clave para la interpretación de esta lista de vicios, sería un error exegético entender ese concepto en términos del sentido moderno de «justicia» y no el de Pablo.[18] Entre Pablo y nosotros han ocurrido grandes cambios en cuanto al tema: la transición del feudalismo medieval a la modernidad, la revolución francesa y el surgimiento de las democracias, el Marxismo, el movimiento de derechos humanos, la teología de la liberación y mucho más. Exegéticamente, esos fenómenos post-bíblicos no deben afectar nuestra interpretación de San Pablo.

El testimonio de los profetas bíblicos y muchas otras evidencias demuestran claramente que Dios exige justicia y condena como injusticia las ofensas y daños contra otras personas. Estos son elementos fundamentales de la justicia en sentido bíblico (José Porfirio Miranda, Marx y la Biblia, 1971), pero el concepto bíblico de justicia es más que sólo eso.[19] Una cita básica para Pablo, «Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia» (Gén 15:6; Rom 4:3,22; Gal 3:6; cf.Stg 2:23; Heb 10:38), no tiene sentido en los términos modernos del concepto de «justicia». La frase significa que por su fe, respondiendo al llamado de Dios, Abraham llegó a ser «amigo de Dios» (Stg 2.23).[20]  ¿En qué sentido fue Noé «heredero de justicia» por fe (Heb 1:6)? Ahora Cristo Jesús ha sido hecho nuestra dikaiosunê (1Cor 1:30) y nosotros somos hechos/as dikaiosunê theou en él (2Cor 5:21). En el lenguaje bíblico, dikaiosunê incluye las acciones justas, y adikia incluye la conducta injusta, pero ambos tenían otras dimensiones no presentes en esos conceptos hoy.[21]

«Esta amplitud de los conceptos se demuestra por la gran cantidad de términos que aparecen asociados con dikaiosunê, coordinados positivamente o por contraste».[22] Por ejemplo, dikaiosunê aparece a menudo yuxtapuesta con eusebeia (1Tim 6:11, piedad, junto con fe, amor, paciencia y mansedumbre; cf 2Tm 2:22) y contrapuesta a la asebeia (Rom 1:17-18, impiedad). En Lc 1:75 y Ef 4:24 se une con hosiotês (santidad, Lc 1:75; Ef 4:24), en Hch 24:25 con egkrateia (dominio propio), en Rom 14:7 con eirênê y jara (paz y gozo), en 1 Cor 1:30 con sofia y hagiasmos (sabiduría y santificación), y en Ef 5:9.con agathôsunê y alêtheia (bondad y verdad). La justicia se contrasta con, y se opone a, la akatharsia y anomia (impureza e iniquidad sin-ley, Rom 6:19; 2Cor 6:14). «En la visión de conjunto se confirma la hipótesis de una doble dimensión del uso neotestamentario del término dikaiosunê: como concepto clave en teología y soteriología y como expresión de la conducta moralmente recta…» (Kertlege ibid)[23]

En algunos pasajes, dikaios y adikos significan «creyentes» y «no-creyentes». En el mismo capítulo de 1 Corintios la frase epi tôn adikôn significa obviamente «los inconversos» (6:1 NVI), sin referencia explícita a su conducta injusta. Para Louw-Nida adikoi en 1Cor 6:1 significa «alguien que no  es miembro de la comunidad  cristiana y por implicación posiblemente injusto o que no está en la relación debida con Dios — incrédulo, no un seguidor de Cristo» (Tomo 1, p.124). Este sentido parece implícito en algunos otros pasajes como Mt 5:10, 10:41 y 13:49; 1P 3:14).

Finalmente, es importante notar que desde sus inicios dikaiosunê se entendía como «conformidad con las exigencias de sus congéneres y los mandamientos divinos» (Balz-Schneider 1:982). En la Biblia la justicia se entiende como obediencia a la voluntad y el mandamiento de Dios. Zacarias y Elisabet «eran rectos (dikaioi) e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor» (Lc 1:6). A la mentalidad moderna esto puede parecer como autoritarismo y sumisión, pero es básico al concepto de justicia en el mundo bíblico. Por eso, la justicia bíblicamente entendida responde a una triple relación, hacia Dios, hacia el prójimo y hacia uno mismo, como expresa también el gran mandamiento (Mt 22:34-39).

Podemos concluir que por injusticia Pablo entendía no sólo «injusticia» (como la entendemos hoy) sino también «impiedad» (asebeia), la ingratitud y el no glorificar a Dios.  Entonces, las frases «injustos» y «Reino de Dios» no funcionan, en buena exégesis, como delimitantes de los términos malakoi y arsenokoitai. En el sentido bíblico de dikaios y adikos, incluyen con toda seriedad la injusticia cometida social y personalmente, pero significan además otra dimensión, la debida relación con Dios como Señor de nuestras vidas, que no pertenece al moderno campo semántico de «justicia».

No hay evidencia exegética de que Pablo sintiera un conflicto entre su condena de la práctica homosexual y el amor y la justicia del reino bíblicamente entendidos. Es claro que, exegéticamente, la mención del Reino, con todo su significado e importancia, no funciona aquí como clave al sentido de la lista de prohibiciones.  Decir que este texto muestra que «Pablo reclama acá que su objeción a los arsenokoitai se basa en el concepto del reino de Dios» va más allá de la evidencia exegética.

[1] Recomiendo a los lectores de esta respuesta leer también mis artículos en

http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/378/Default.aspx

http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/412/Default.aspx

http://www.juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryId/407/Default.aspx

O en mi blog, juanstam.com, en las fechas señaladas a continuación o escibiéndome a juanstam@gmail,com.

[2] Seguiré  diciendo con San Pablo, «Yo también tengo de qué gloriarme en la carne». Tengo títulos universitarios en historia y Nuevo Testamento; y estudios en Colombia University y la Universidad de Costa Rica.  Tengo un doctorado en Patrística de la Universidad de Basilea summa cum laude, examinado por Bo Reicke, Karl Barth y Oscar Cullmann. Por muchos años fui catedrático de exégesis y hermenéutica en la Universidad Nacional de Costa Rica y he publicado un comentario de cuatro gruesos tomos de exégesis del Apocalipsis. Pero todo eso lo tengo por basura, comparado con la alegría de enamorar a un indígena o una campesina del deleite del estudio bíblico.

[3] Omito el ejemplo vulgar que alude a personas que comen excremento.

[4] Fuentes: diccionarios de Danker y de Liddell-Scott-Jones.

[5][5][5][5][5]

[6] Policarpo, en su larga vida (ca. 69-155), según Ireneo, fue discípulo del apóstol Juan y pudo vivir los acontecimientos de finales del primer siglo y primera mitad del segundo.

[7] Díez Macho, Apócrifos del Antiguo Testamento¸Tomo III pp.243,280. De los tres grupos de manuscritos de OrSib 1-2. solo el grupo Psi contiene esta larga interpolación, que falta en los manuscritos de los grupos Omega y Phi. Casi todos los manuscritos de pasaje son del siglo XV (Charlesworth 1:321,330).

[8] Aunque habla a varones, el autor menciona por aparte el adulterio de las mujeres. Es muy posible que los «deseos vergonzosos» del saludo inicial se refieran al pecado sexual, pero no está en ninguna lista.

[9] Estas dos listas finales son las únicas en todo el pasaje (pgr. 33-36).

[10] De las dos últimas fuentes citadas por Martin, (Hipólito, Refutación de todas las herejías 5.26.22 y Bardesanes, citado en Eusebio, Preparación para el Evangeligio 6.10.25 II-III) él reconoce que favorecen el significado de arsenokoitês como sexo entre dos varones, aunque sugiere ciertas reservas.

[11] No es lo mismo una serie de exhortaciones diversas y una lista de vicios, donde supuestamente rige la lógica temática de la colocación de los términos en que se basa el argumento de Martin.

[12] Ver el último inciso de este ensayo sobre la pederastia como objeto de la condena de Pablo en estos versículos.

[13] Irene plantea esto como refutación de la interpretación «tradicional» de que el texto condena a los arsenokoitai igual que a los ladrones y borrachos; ver abajo punto cuatro.

[14] De hecho, el tema del Reino no era un eje decisivo del pensamiento de Pablo, como lo fue unas décadas después en los evangelios sinópticos. Las pocas referencias en Pablo se relacionan casi siempre con la salvación y la vida eterna. Solo en un pasaje Pablo lo relaciona con «justicia [dikaiosunê], paz y alegría en el Espíritu Santo», en contraste con el legalismo de los judeo-cristianos (Rom 14:17). Pablo habla de «heredar el reino» (1Cor 6:9s; 15:50; Gal 5:21; Ef 5:5) mucho mas que de la justicia del reino.

[15] Por supuesto en la vida estos dos aspectos son inseparables, pero en el discurso es posible hablar de un solo aspecto sin el otro.

[16] Pablo no emplea la frase «practicar la justicia» (1Jn 2:29; poieô tên dikaiosunên). En Pablo el sustantivo dikaiosunê y el verbo dikaioô se relacionan mucho más con la justificación por la fe, sin menoscabar el aspecto de la exigencia ética.

[17] Sobre los malakoi y los arsenokoitai ver el inciso siguiente.

[18] De la misma manera conceptos como amor, paz, verdad y bienestar (o «adulterio:, ver n.28), bíblicamente entendidos, tienen matices muy distintos a sus equivalentes modernos.

[19] En el N.T. la palabra griega para «justicia» es dikaiosunê (Mt 6:33; 1Jn 2:29; 3:7,10). En cambio, el sustantivo dikê aparece sólo tres veces, dos como «juicio» (2Tes 1:9; Jud 7); en Hch 28:4 se refiere a un dios griego. El N.T., y especialmente Pablo, relaciona justicia, juicio y justificación muy estrechamente.

[20] En ciertos aspectos, la misma enseñanza novotestamentaria sobre la justificación tampoco cuadra bien con nuestro concepto moderno de «justicia» (cf Rom 3:21-26; 4:3-11; 9:30; 10:10; 2Cor 5:21).

[21] Interesantemente, el «Diccionario conciso Griego-Español del N.T.», editado por doña Irene y Elsa Tamez, define dikaios como «acorde con la voluntad o el carácter de Dios; justo, recto…acepto ante Dios».

[22] K. Kertelge, en el Diccionario exegético del N.T. (Tomo I p.988).

.[23] Entre la gran cantidad de textos que muestran estas yuxtaposiciones se puede mencionar también Lc 1:6, citado arriba. El catálogo de virtudes del hombre de Dios en 1Tim 6:11 consiste en justicia, piedad, fe, amor, constancia, humildad.  Según los requisitos para obispos en Tit 1:8, debe ser hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, santo y disciplinado». En conjunto, estas correlaciones apuntan hacia una «justicia integral», ante Dios y hacia el prójimo (Lc 1:75, «con santidad y justicia»).

Juan Stam

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