Con la salida de la arquidiócesis de Guadalajara, Jalisco, del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, luego de su renuncia por edad, se cierra uno de los ciclos más polémicos de la presencia católica en el occidente de Méxic
Al aceptar su renuncia en 2008, el Vaticano abrió un compás de espera que se cerró el 7 de diciembre con el nombramiento de José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Monterrey, Nuevo León. Según el portal católico “Ver y Creer”, la arquidiócesis que presidirá Robles Ortega cuenta con casi 6 millones y medio de fieles, 1 432 sacerdotes, 4.286 religiosos y 5 diáconos permanentes (www.verycreer.com). Estas cifras dan fe de la fuerza con que cuenta el catolicismo en esa región, heredera directa del movimiento cristero, que en los años veinte del siglo pasado enfrentó a los gobiernos más anti-clericales de que se tenga memoria. Integrante de una generación de prelados marcados por la presencia del representante papal Girolamo Prigione, marcados por el triunfalismo católico paralelo a los cambios de la Constitución en materia religiosa en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, Sandoval nunca modificó esa postura, pues se tomó muy en serio la idea de que fue el personaje más poderoso de la Iglesia católica mexicana.
A propósito del centenario de la Revolución Mexicana, afirmó que “la única revolución que benefició a México es la que realizaron los cristeros”, pues “esa página de la historia de México es la más gloriosa, es la verdadera revolución de México. Si [por] revolución entendemos que un pueblo se levanta pues es la única, pues las demás fueron guerras, lo que llamamos la revolución de 1910 para adelante eran luchas de caudillos, eran luchas de caudillos por el poder […] la verdadera revolución, la única, noble, ha sido la de los cristeros y la de los santos mártires por la libertad de creencia, la libertad religiosa que es un derecho humano fundamental del hombre”.[1] Laura Campos Jiménez, una historia de la Universidad de Guadalajara, impugnó enérgicamente sus dichos.[2]
Sandoval Íñiguez, en línea directa con esa tradición religiosa, se caracterizó por su oposición y burla a los lineamientos emanados de la laicidad del Estado mexicano y se ufanó de controlar, como pocos obispos, incluso al gobierno estatal, al que convenció para construir un santuario de homenaje a los mártires cristeros, proyecto inconcluso al que se opusieron diversos sectores jaliscienses y que sigue en marcha. Además, no dejaba pasar la oportunidad para expresar su acendrada homofobia, lo que fue muy visible luego de que se aprobaron las uniones entre personas del mismo sexo en la capital del país. En 2010 hizo acusaciones graves contra los ministros de la Suprema Corte al señalar que fueron “maiceados” (sobornados) por el Jefe de Gobierno capitalino, para validar las reformas que autorizaron dichas uniones. En su momento, una nota periodística contrastó esta actitud con otras más positivas que había asumido antes: “Paradójicamente en septiembre de aquel 2003, en la catedral metropolitana, Juan Sandoval Iñiguez, aunque usted no lo crea, exhortó a los feligreses a orar ‘Para que nuestra Patria retome el camino de la legalidad, de la honradez y de la cordialidad…’”.[3]
Nacido en Yahualica, Jalisco, el 18 de marzo de 1933, es miembro de una familia de 12 hermanos. Estudió en el seminario conciliar de Guadalajara y en 1952 viajó a Roma, donde obtuvo los grados de licenciado en filosofía y doctor en teología. Recibió la ordenación en octubre de 1957, y entre 1961 y 1988 ocupó diversos cargos en el seminario donde estudió, llegando a ser rector. Fue nombrado obispo coadjutor de Ciudad Juárez, Chihuahua, en marzo de 1988 y ordenado obispo en abril del mismo año. Más tarde sería metropolitano de Guadalajara a partir de abril de 1994. Luego de su designación como arzobispo alcanzó el cardenalato en noviembre de ese año.
En cuanto a su furibundo anti-protestantismo, Sandoval hizo famosa la frase de que se necesitaba “no tener madre” para pertenecer a esa vertiente del cristianismo. En toda circunstancia hizo gala de un estilo que no se podría calificar sino de “provinciano” (a pesar de los años de estudio que pasó en Roma), pues siempre ha hecho alarde de expresarse con claridad y de manera directa, sin límite para una eventual vulgaridad u ofensa, lo cual lo acerca a jerarcas como Onésimo Cepeda, muy conocido también por sus excesos verbales. El escritor Carlos Monsiváis, desde su peculiar perspectiva, dedicó varios textos a criticar esa posición tan intolerante.[4]
Sobre Marcial Maciel, sólo opinó después de que éste cayó en desgracia: lo calificó de “psicópata, un esquizofrénico, de doble personalidad…un fenómeno para estudiarlo por los psicólogos”, pero en sus años de esplendor jamás habló de sus probados abusos y de los apoyos al catolicismo institucional. Pero, de manera muy contradictoria, se refirió a él como un representante de lo mexicano en su peor expresión: “Nos representa a todos [los mexicanos] medio mañosos, medio dobles, ése es el asunto que a mí más me duele y también me duele que los mexicanos le estemos echando más leña al fuego desprestigiándonos a nosotros mismos… eso no lo hemos considerado”.[5]
Sandoval ocupó el lugar que dejó vacante Juan Jesús Posadas Ocampo, asesinado en circunstancias que nunca se han aclarado hasta la fecha. Ésa fue uno de sus banderas preferidas, pues no cejó nunca en su afán de utilizar el caso para su beneficio. Dueño de una importante cadena de farmacias, en 2008, la revista Quién exhibió la forma tan lujosa en que vive. Por otro lado, fue muy notorio el desinterés con que la sociedad tapatía recibió el homenaje de despedida que le ofreció recientemente el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez (quien en 2008 le entregó 90 millones de pesos del erario público para la construcción del santuario mencionado líneas arriba), en el Teatro Degollado.[6] A pesar de todo ello, el congreso de esa entidad aprobó en febrero de 2011 la reforma del artículo 2 de su Constitución, que a la letra dice: “El estado de Jalisco adopta para su régimen interno, la forma de gobierno republicano, democrático, representativo, laico y popular”.[7]
De modo que con este cambio, la segunda arquidiócesis católica de México espera tiempos mejores, más acordes con una realidad cambiante y sumamente plural. Pues tal parece que lo obispos anacrónicos como Sandoval Íñiguez, van en retirada, aunque el tiempo se prolonga y las huestes católicas, vistas desde fuera, bien merecen mejores pastores.
[1] Jorge Covarrubias, La única revolución que benefició a México fue la de los cristeros, dice Juan Sandoval”, en La Jornada Jalisco, 18 de agosto de 2011,www.lajornadajalisco.com.mx/2011/08/18/index.php?section=politica&article=007n1pol. Cf. “Impugna la glorificación de los cristeros
[2] “Impugna la glorificación de los cristeros”, en Proceso, 27 de agosto de 2011, www.proceso.com.mx/?p=279817.
[3] Francisco Trejo, “Grave acusación del cardenal Sandoval Íñiguez a los ministros”, en Milenio, 17 de agosto de 2010.
[4] Cf. C. Monsiváis, “’Se necesita no tener madre…’ (Sobre las querellas de religión”, en Proceso, 6 de abril de 1998; recogido en C. Monsiváis y C. Martínez García, Protestantismo, diversidad y tolerancia. México, Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2002, pp. 103-108, disponible en:http://200.33.14.34:1010/Protestantismo.pdf.
[5] “Marcial Maciel representa a los mexicanos: Sandoval”, en Milenio Diario, 5 de mayo de 2010, http://impreso.milenio.com/node/8762121.
[6] “Fallan fieles al homenaje al cardenal Sandoval Íñiguez”, en http://sipse.com/noticias/114313-fallan-fieles-homenaje-cardenal-sandoval-iniguez.html.
[7] Cf. Roberto Blancarte, “El candidato cristero”, en Milenio Diario, 2 de agosto de 2011, http://impreso.milenio.com/node/9002063.
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