Posted On 19/11/2012 By In Historia With 1607 Views

Una Reforma que no debe detenerse…

Este pasado 31 de octubre celebramos los 495 años de aquel memorable día en que Martín Lutero clavaba las 95 Tesis en la puerta de la Catedral de Wittenberg, desafiando los poderes eclesiásticos, arriesgando con eso su vida misma. Eran épocas turbulentas y difíciles. La imprenta había empezado a ser usada por Johannes Gutenberg unos 60 años antes, pero también había ocurrido por el mismo tiempo la caída de Constantinopla a mano de los turcos otomanos. España y Portugal habían expulsado a miles y miles de judíos mediante la Inquisición Española y se dio al mismo tiempo la llegada de Cristóbal Colón a las Américas. Era el inicio de la Edad Moderna y el fin de la denominada Edad Media.

Durante más de 1.000 años Europa había estado sumida en la ignorancia. El feudalismo, la pobreza y las supersticiones eran la vida diaria. Las mentes pensantes corrían el riesgo todo el tiempo de ser lanzadas a la hoguera. Las Cruzadas encontraron un ambiente ideal en este estado de aturdimiento y de la misma manera, la Inquisición pudo desarrollarse y llevar a cabo sus fatídicos designios. Mientras tanto el mundo árabe florecía en el avance de las matemáticas, la astronomía, la medicina, la literatura, etc.

Pero en lo cíclico de la historia humana encontramos el continuo paso de la oscuridad a la luz y de la luz a la oscuridad. Después de tantos siglos de producción intelectual las mentes árabes comenzaron a declinar, mientras que sus contemporáneas europeas empezaron a despertarse, surgiendo algunas (muchas) que se atrevieron a cuestionar… Por lo general estos caracteres siempre tienden a ser silenciados por los poderes de turno. Martín Lutero fue uno de esos. Afortunadamente contó con la protección del Duque de Sajonia, de lo contrario, la implacable Inquisición no habría tenido problema en haber tenido éxito en el cumplimiento de su deber.

Al descontento de Lutero se unen otras voces como las de Calvino, Zwinglio, Müntzer, Melancthon, Menno Simons y otros muchos, además de innumerables voces femeninas que ahora se atrevieron a hacerse escuchar. La voz de Lutero halló eco en los oídos de una Europa ansiosa por escuchar. Pero todos ellos fueron seres humanos, llenos de errores e imperfecciones. Ellos son nuestros reformadores, pero no nuestros santos. Son nuestros predecesores, pero no están en nuestros altares. Su voz es autoridad, pero no es infalible. Y de esto se trata la Reforma.

La Reforma sentó las bases para la llegada del Siglo de las Luces. Ahora se podía pensar. Con la Reforma Protestante todo se transforma. En lo económico, el feudalismo se ve desplazado por el mercantilismo, que luego, con las doctrinas calvinistas dan lugar al capitalismo. Tiempo después vendrá la Revolución Industrial impulsada desde la Inglaterra protestante. En lo político, las monarquías absolutistas se ven reemplazadas por el despotismo ilustrado, un paso previo a la llegada de la democracia. Los ríos de sangre derramados por la Revolución Francesa fueron evitados en Inglaterra mediante el advenimiento del Metodismo. En lo cultural, la traducción de la Biblia por Lutero al idioma alemán sienta las bases para el desarrollo posterior de este idioma. Se forma así una nueva cultura: la cultura protestante.

Muchas voces se han levantado desde entonces y seguirán levantándose, y el protestantismo se seguirá caracterizando por ser pluralista e inclusivo (aunque a veces cueste). El protestantismo fue pluralista desde el principio, pero también desde sus orígenes estuvo involucrado en luchas derivadas de la no aceptación de otros pensamientos. Sin embargo, nos une a todos el apego por las fuentes: las Sagradas Escrituras. Hemos recorrido un largo camino de aprendizaje y hemos tenido que aprender a aceptarnos y a tolerarnos a pesar de nuestras diferencias.

Algunas ramas son más liberales y otras más ortodoxas, unas interpretan la Biblia de manera literal, otras de manera alegórica, unos celebran cultos clásicos mientras que otros lo hacen con música moderna, pero al final, consideramos que pertenecemos a la misma rama del cristianismo. El correr del tiempo nos ha llevado a reconocer errores, que a veces seguimos cometiendo. Uno de esos es el relacionado con la discriminación. En el pasado, algunas ramas del protestantismo se adhirieron a la aceptación de la esclavitud de los negros, la discriminación contra la mujer y el rechazo a los homosexuales. Hoy, muchas ramas del protestantismo han enmendado esos errores, mientras que otras se resisten a hacerlo. Básicamente hoy nadie acepta la esclavitud y son muy pocos los que todavía no aceptan a las mujeres en el liderazgo eclesiástico. La mayoría no acepta todavía la cuestión gay.

Pero este es el espíritu de la Reforma Protestante: nuestra fe, nuestras convicciones y nuestras vivencias, deben someterse continuamente a ser reformados. La voz de Dios a través del profeta Jeremías nos sigue diciendo: “Mira que te he puesto en este día, sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar y para edificar y para plantar”. De eso se trata la continua Reforma. Lo que ayer se edificó hoy debe ser revisado, y lo que hoy se edifique, mañana también debe ser revisado. Es un desafío difícil de aceptar, pero si somos protestantes debemos aceptarlo. Lutero lo hizo cuando se enfrentó a Roma. Cipriano de Valera revisó la Biblia de Casiodoro de Reina. Arminio revisó las doctrinas de Calvino. Wesley revisó la vivencia de la fe anglicana. Los movimientos de la Santidad del siglo XIX revisaron la espiritualidad de la época. La crítica bíblica revisó la forma de leer las Escrituras. El pentecostalismo revisó la concepción acerca del Espíritu Santo, y así sucesivamente hasta nuestros días.

La Reforma Protestante tiene vigencia mientras esté dispuesta a seguir revisándose a sí misma y actualizándose para darse actualidad frente a los profundos desafíos que hoy tenemos ante nosotros. No podemos olvidar que debemos estar unidos, pero tal unidad no implica de ningún modo uniformidad. Como en una familia con muchos hermanos, de los cuales uno está más cerca de unos que de otros, así también la riqueza del protestantismo está en su pluralidad, y por esa razón, estamos llamados a amarnos mutuamente a pesar de las diferencias y trabajar juntos en la construcción del Reino de Dios sobre esta tierra, planteando alternativas de vida como lo hicimos en el pasado, honrando la memoria de nuestros reformadores y mirando nuestra historia para no olvidar nuestro pasado ni desorientarnos en nuestro futuro.

Tenemos muchos desafíos por delante. Necesitamos un compromiso activo con la preservación del medio ambiente, la defensa de los derechos humanos, el involucramiento activo en el pacifismo, la respuesta a problemas éticos actuales como la eutanasia, el aborto, la reproducción asistida, etc., etc. Son muchos los aspectos que exigen de nosotros una voz… Pero no una voz autoritaria ni legalista, sino una razonable y de mente abierta, sin actuar como inquisidores contra quienes piensen diferente…

En memoria de quienes nos precedieron en este camino y en reconocimiento de quienes hoy hacen parte de los grandes nombres del protestantismo actual, les invito a mirar este corto video-clip.

Muchas bendiciones!!!!

Jair Villegas Betancourt

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