“El primer deber del gobierno es dar educación al pueblo”.
(Simón Bolívar, 11.12. 1825)
Este próximo domingo 7 de octubre, Venezuela enfrenta otro momento crucial de su historia. La elección presidencial ha tomado un cariz muy especial. En primer lugar, por meses fuerzas opositoras (que incluye hasta connotados periodistas como Dan Rather de Estados Unidos) se empeñaron en descalificar al presidente Hugo Chávez por su condición de salud. La propia dinámica de la campaña presidencial, y el entusiasmo y pasión que manifiesta el propio Chávez, definitivamente demuestra que goza de buena salud. Prueba, el propio Hugo Chávez, su recia voluntad de continuar al frente de su revolución bolivariana.
Por otro lado, el candidato de la oposición Henrique Capriles Radonski, ha demostrado su inexperiencia e incapacidad de colocarse a la altura de un candidato presidenciable. Sus análisis, lejos de afirmarlo como legítimo candidato de la oposición, lo que ha provocado es una deserción de líderes y partidos agrupados en la MUD (Mesa de la Unidad). El que esto escribe tuvo la oportunidad de ver y escuchar, en una reciente visita a Bogotá, Colombia, una entrevista a Capriles Radonski en la televisión colombiana, que a todas luces era confusa y difusa, con poca coherencia y precisión.
Un factor que ha sobresalido en varias ocasiones es la división interna de la MUD, antes y después de escoger a Capriles Radonski como candidato. Ello debilitó considerablemente la campaña presidencial, colocando al candidato opositor en una posición frecuentemente a la defensiva y poco transparente en sus propuestas de gobierno. Pretendía ubicarse como un candidato “moderado”, a veces “progresista” y pocas veces claramente “conservador” que es una postura legítima y adecuada para él, dado su comportamiento y trayectoria política.
Más allá de la coyuntura electoral, es preciso subrayar varias dimensiones que nos plantea el proceso de la revolución bolivariana.
En primer lugar, los últimos 14 años en Venezuela se han dado avances cualitativos en varias áreas de la convivencia nacional venezolana. El área de la salud ha mejorado notablemente con las misiones Barrio Adentro, las nuevas clínicas populares, los CDI (Centros de Diagnósticos Integrales), Centros de Alta Tecnología (CAT), con programas sofisticados de Resonancia Magnética, Salas de Rehabilitación Integrales (SRI) y otros programas de atención médica a sectores m{as necesitados y vulnerables de la sociedad.
La educación ha recibido un empuje y apoyo notables. Desde las misiones Robinson I y II para la alfabetización y el acceso al sexto grado de primaria hasta las misiones Ribas para la obtención del bachillerato y la misión Sucre que propicia becas y posibilidades de estudios universitarios, Venezuela se va transformando en una gran escuela para la democracia participativa y protagónica. A ello se une un ambiente de creatividad cultural que se respira a lo largo y ancho del país en la música, el arte y la creación poética.
Hay una dimensión que me concierne mucho por mi participación activa en la vida religiosa de Venezuela. Por 38 años he sido testigo de los procesos educativos en las iglesias y las propias dinámicas del crecimiento de esas iglesias en todos los niveles. También he participado en foros educativos universitarios con niveles de diálogo serio y ponderado.
Se puede afirmar que Venezuela cultiva un sentido de espiritualidad en su vida nacional, que se respira aún en sectores que no se consideran “creyentes”. Ello implica que hay una reserva moral y espiritual en la vida del pueblo venezolano. A pesar de los conflictos sociales, las incidencias de criminalidad o de inseguridad pública (con violencias notables), no se puede descalificar el papel de las iglesias (en todas sus expresiones) y otros movimientos religiosos, con el potencial de ir creando una nueva sociedad cada vez más justa y fraterna. Esa meta nacional es punto de convergencia y consenso, y ha de ser la brújula hacia un destino de vida plena para todo el pueblo.
Una fuerza vital y crucial en Venezuela es la juventud. He dictado cursos en seminarios teológicos, dado charlas y conferencias públicas en universidades por el territorio venezolano. Lo que me anima y entusiasma más es la capacidad reflexiva de los y las jóvenes venezolanos. La intensidad de las conversaciones, el deseo de aprender, la búsqueda de la verdad y el conocimiento que libera, son algunas inquietudes que están presentes en las convivencias juveniles. Cuando he participado en diálogos entre estudiantes norteamericanos y venezolanos la observación que resalta por parte de los estudiantes norteamericanos, es esa actitud de apertura, deseo de compartir y el cultivo de la amistad que manifiestan los y las jóvenes de Venezuela.
Venezuela se encuentra en una encrucijada, momento decisivo y oportuno. Hay muchos desafíos que enfrentar, problemas acuciantes que resolver y voluntades que unir hacia un futuro mejor. Esperemos que estos procesos democráticos, tanto en sus instituciones gubernamentales como en la sociedad civil, se sigan acrecentando y profundizando. Como dijera el Libertador Simón Bolívar:
“El sistema de Gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. (15.2.1819)
Carmelo Álvarez – Chicago, IL – 4 de octubre de 2012
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